Arabia Saudí está a punto de conseguir otro gran evento deportivo tras firmar un memorando de entendimiento con el MotoGP, según informó ayer el titular de los derechos comerciales del motociclismo, Dorna Sports. El reino parece no inmutarse por las acusaciones de que está "lavando deportivamente" sus violaciones de los derechos humanos.
Según Dorna, una carrera de MotoGP en Arabia Saudí se celebrará en un circuito polivalente de nueva construcción, pero no dijo dónde estará dentro del reino. "La incorporación de Arabia Saudí al calendario de MotoGP con carácter anual supondrá una mayor expansión de este deporte en Oriente Medio", dijo la compañía.
"La región es un mercado clave para el deporte del motor y la demanda en el reino de eventos de este tipo está creciendo", añadió el director ejecutivo de Dorna, Carmelo Ezpeleta. "Las investigaciones muestran que el 80% de los aficionados saudíes quieren ver más en su país".
El MotoGP es el último gran evento deportivo que llega a Arabia Saudí. El reino ha gastado más de 1.200 millones de dólares para ampliar su cartera de deportes y entretenimiento. La Fórmula 1 debutó el pasado diciembre como parte de un acuerdo de 15 años. También acoge el Rally Dakar anual, la Fórmula E totalmente eléctrica y la Extreme E. Riad también ha realizado una inversión potencialmente lucrativa a través de la adquisición por parte del Fondo de Inversión Pública saudí (PIF) del club de fútbol Newcastle United de la Premier League inglesa. Más recientemente, el PIF ha financiado el LIV Golf, considerado como un competidor del ya consolidado PGA (Professional Golfers' Association of America) Tour.
Sin embargo, la espectacular expansión de Arabia Saudí no ha estado exenta de polémica, especialmente desde el nombramiento de Mohammed Bin Salman como príncipe heredero en 2017. El príncipe, de 37 años, fue acusado de autorizar el asesinato del periodista Jamal Khashoggi en 2018 y ha liderado una gran represión contra disidentes y activistas de derechos humanos.
Los críticos dicen que los grandes vínculos deportivos permiten a Arabia Saudí añadir una capa a su estrategia de poder blando en un intento de pulir su imagen pública en la escena internacional. El lavado de cara al deporte es un término popularizado por Amnistía Internacional para describir el uso del deporte por parte de gobiernos opresores para legitimar sus regímenes y desviar la atención de sus abusos contra los derechos humanos.