Los continuos combates entre el ejército sudanés y las Fuerzas de Apoyo Rápido amenazan tanto la seguridad alimentaria del Golfo como las enormes oportunidades de inversión en la zona del conflicto. Los Estados del Golfo han invertido decenas de miles de millones de dólares en la producción de cultivos y forraje para animales, además de en la cría de ganado, con el fin de garantizar una parte de sus suministros alimentarios que dependen de Sudán.
Sin embargo, con el espacio aéreo sudanés cerrado hasta finales de mayo y la carretera de Jartum a Port Sudan, en la costa del Mar Rojo, peligrosa, lo que dificulta enormemente la exportación de mercancías y productos, estas inversiones se ven amenazadas. Además, las dificultades para transportar ganado a Arabia Saudí suponen una seria amenaza para el abastecimiento, al acercarse la temporada del Hajj (peregrinación).
Los problemas derivados de la violencia en Sudán coinciden con una subida mundial de los precios de los alimentos, especialmente del trigo y el arroz, debido a la guerra entre Rusia y Ucrania. La situación podría empujar a los países del Golfo a importar cereales, forraje y ganado de mercados lejanos a precios más altos que sus homólogos sudaneses, lo que elevaría la factura alimentaria y podría amenazar la seguridad alimentaria del Golfo.
Según un informe del Centro de Investigación y Asesoramiento TRENDS, si el conflicto sudanés continúa, podría aumentar la factura alimentaria en los países del Consejo de Cooperación del Golfo (CCG), donde los precios se han duplicado desde la invasión rusa de Ucrania en febrero del año pasado. Ambos países son grandes exportadores de cereales en todo el mundo, por lo que si las exportaciones de alimentos sudaneses al Golfo se detienen o se reducen aún más, la crisis podría agravarse.
Los países del Golfo han invertido en agricultura en Sudán debido a su abundancia de tierras fértiles, abundante agua -del río Nilo y de lluvia- y clima diverso. El elevado coste de la agricultura en el Golfo hace que esta inversión merezca la pena, entre otras cosas por la proximidad de Sudán al Golfo y los consiguientes menores costes de transporte.
En los últimos diez años, los países del CCG han invertido al menos 53.000 millones de dólares en la agricultura sudanesa. Sólo Arabia Saudí ha invertido 35.700 millones, principalmente en 250 proyectos agrícolas. En noviembre del año pasado, el príncipe heredero saudí, Mohammed Bin Salman, prometió aportar 3.000 millones de dólares a proyectos para el Fondo de Inversión de Sudán, a los que seguirán otros tramos.
Por tanto, es probable que Arabia Saudí y los países del Golfo utilicen su considerable influencia financiera para calmar la situación en Sudán, proteger sus inversiones y reanudar las exportaciones de productos agrícolas y ganado.