Los saudíes hablan con los iraníes. Los rebeldes Houthi de Yemen están hablando con los saudíes. ¿Y el gobierno yemení? No parece estar hablando con nadie.
O al menos esa es la impresión, ya que se rumorea que las negociaciones de meses entre funcionarios saudíes y los Houthis están dando sus frutos. Esta idea cobró nuevo impulso la semana pasada cuando Arabia Saudí e Irán acordaron restablecer relaciones. Teherán ha afirmado que apoya políticamente a los houthis, pero niega haberles enviado armas, como afirman Riad y otros países durante la larga guerra de Yemen.
Los detalles son escasos sobre cualquier posible acuerdo entre los houthis -que han estado luchando contra el gobierno yemení reconocido internacionalmente desde 2014, cuando tomaron la capital, Saná- y Arabia Saudí, que ha liderado una intervención militar en apoyo del gobierno desde 2015.
Algunos hablan de una retirada total de Arabia Saudí de Yemen; otros plantean la posibilidad de un nuevo alto el fuego para formalizar la actual naturaleza relativamente congelada del conflicto.
Sea como fuere, el gobierno y otros actores locales del lado de la coalición liderada por Arabia Saudí, incluido el separatista Consejo de Transición del Sur (STC), señalan un problema: durante la última ronda de negociaciones, se sienten como si estuvieran en el exterior mirando hacia dentro, con poca influencia.
No hay más que ver los recientes comentarios de figuras anti-Houthi en Yemen.
Amr al-Bidh, funcionario del STC e hijo del último presidente de Yemen del Sur, afirmó que los "amigos del grupo en Riad habían aislado a todo el mundo", y añadió que ello provocaría "escepticismo entre los amigos y las partes interesadas".
Otro comentario de al-Bidh fue aún más revelador: "Si las negociaciones entre los saudíes y los houthis son sobre la tregua está bien... Pero si van más allá y no formamos parte de ellas, nos preocupa".
El STC es una de las principales fuerzas sobre el terreno en Yemen. Cuenta con el respaldo de Emiratos Árabes Unidos y controla de facto la capital provisional, Adén, pero tiene poco conocimiento de lo que se dice a puerta cerrada.
El gobierno parece estar en el mismo barco, y un funcionario declaró este año a la agencia de noticias The Associated Press que estaba preocupado por las concesiones que pudieran hacerse a los houthis.
"No tenemos otra opción que esperar y ver la conclusión de estas negociaciones", declaró el funcionario.
El presidente yemení, Rashad al-Alimi, ha intentado disipar los temores de que Arabia Saudí esté dejando de lado al gobierno -y abandonándolo potencialmente- insistiendo en que apoya las actuales conversaciones. Afirmó que sólo están allanando el camino para futuras negociaciones entre su gobierno y los Houthis.
Sin embargo, quienes ven en las conversaciones actuales una prueba de la impotencia de las fuerzas yemeníes contrarias a los huzíes señalan las turbias circunstancias del propio acceso de al-Alimi a la presidencia, que fue una sorpresa en sí mismo, sin que el ex presidente Abd-Rabbu Mansour Hadi indicara previamente que estaba a punto de abandonar el poder.
En cambio, Hadi dimitió en abril del año pasado después de que Arabia Saudí le retirara su apoyo.
Sin embargo, la ausencia del gobierno yemení y del STC de la mesa de negociaciones no debe interpretarse como una falta de agencia propia.
A menudo consideradas, junto con los Houthis, como fuerzas interpuestas de potencias externas, cada una de las partes tiene sus propios objetivos e intereses y no se conformará con un "acuerdo final" que no sirva a sus objetivos.
Lo que puede parecer servilismo a actores externos es más bien el resultado de la necesidad de ese apoyo en el campo de batalla, pero aún así pueden intentar seguir adelante sin ese respaldo.
Por tanto, en última instancia será necesario que todos los grupos participen en la próxima fase de las negociaciones, en lugar de limitarse a sellar un acuerdo preestablecido, porque no debe darse por sentado que la retirada saudí de Yemen pondrá fin a los combates.