El presidente turco, Tayyip Erdogan, declaró ayer el estado de emergencia durante tres meses en diez provincias del sur del país afectadas el lunes por devastadores terremotos.
"Nos enfrentamos a una de las mayores catástrofes, no sólo de la historia de nuestra república, sino también de nuestra región y del mundo", dijo Erdogan en declaraciones televisadas.
"Estamos trabajando para gestionar la catástrofe, coordinar las operaciones de rescate y comunicarnos con los afectados para prestar la ayuda necesaria", dijo, señalando que la destrucción masiva y la climatología adversa dificultan las labores de búsqueda y rescate, aunque se destinan todas las capacidades para ayudar a las víctimas.
Haciendo hincapié en la prestación de ayuda a todos sin discriminación política, señaló que se han establecido 54.000 campamentos para los afectados y se ha asignado una cantidad inicial de 100.000 millones de liras turcas (5.320 millones de dólares) para asistencia.
Erdogan explicó que 70 países han ofrecido ayuda en las labores de búsqueda y rescate tras el terremoto.
Las labores de rescate continúan por tercer día en los diez estados afectados por el devastador seísmo.
Al visitar hoy las zonas afectadas por los seísmos, Erdogan admitió que la operación de rescate se había enfrentado a dificultades. "Hemos tenido algunos problemas en aeropuertos y carreteras, pero hoy estamos mejor. Todavía tenemos algunos problemas con el combustible... pero también los superaremos", dijo.
Turquía ya ha elevado el nivel de alerta a cuatro y ha solicitado ayuda internacional para las labores de búsqueda y rescate.
El número de muertos en Turquía asciende a 8.754 y a 2.470 en Siria, después de que los terremotos arrasaran edificios, destruyeran puentes y cortaran el suministro eléctrico en toda la región. La Organización Mundial de la Salud ha calculado que la cifra final se acercará a los 20.000 muertos y que 23 millones de personas podrían verse afectadas.
